ECOLOGIA Y COTIDIANIDAD
ECOLOGÍA Y COTIDIANIDAD
Hemos escuchado y sentido los daños gravísimos que se le están causando al ambiente, los seres humanos se han convertido en una especie depredadora de su entorno, generalmente, para complacerse y jactarse de los bienes materiales que puedan acumular en el closet de su vida, sin importar el interés que pueda prestarse al planeta.
Muchas han sido las personas e instituciones, que desde hace algún tiempo han tomado conciencia sobre la necesidad de la protección del ambiente, formulando sus preocupaciones, denunciando desde la perspectiva y comprensión colectiva de los derechos ciudadanos. ¿Quién tiene el derecho de atribuirse la capacidad de destruir, menoscabar, limitar o dañar mi entorno ecológico? Por ello, se hace necesario que más allá de la simple denuncia, el de asumir una postura defensiva, en forma individual o colectiva, se debe formar una conciencia planetaria, que apunte hacia un cambio futuro de mentalidad, no sólo dirigido a la formación de una ciudadanía critica y defensora de los derechos ambientales, sino que debe comprender además, un pacto de ciudadanía ambiental, para poder constituirse en una alternativa que cambie el sistema de acumulación de riquezas, fundada en altas tecnologías, donde las grandes empresas por ejemplo, exploten de manera irracional los recursos naturales que no es que le pertenezcan a la humanidad, sino que forman parte de un todo en el cual convivimos los humanos, los animales, los vegetales y minerales.
Debemos avanzar sobre el establecimiento de un programa ecologista, que propugne que la participación activa y protagónica del individuo y la sociedad, que esté impregnada de una gran dosis de cotidianidad, de solidaridad, cooperación y corresponsabilidad. Debemos partir entonces, de una visión holística, no fragmentaria del mundo, clarificando las relaciones existentes entre el todo y las partes, entre éstas y el todo, es decir, dialógica y recursivamente.
Para ello, lo cotidiano que forma parte intrínseca de nuestro contexto socio-ecológico, debe corresponder en armonía entre las vivencias de los seres humanos en perfecta correlación con el ambiente y éste con aquellos.
Lo cotidiano constituye desde nuestra infancia el aprendizaje perfecto, y podemos desglosarla en distintas etapas de nuestras vidas, en la infancia, en el desarrollo, en la madurez y vejez, en cada una de ellas, se generan valores, principios, éticas, en forma individual, familiar, social, económicas, políticas, etc., influidos lógicamente por el entorno vital, constituyéndose en un aprendizaje biológico. Ese aprendizaje perfecto de nuestra infancia, debe ser trasladado de forma holística hasta la última fase de la vejez.
El ser humano se nutre de los cotidiano y éste se genera de lo ecológico y lo ecológico se relaciona con el ser humano, convirtiéndose de esta manera, en un ciclo vital continuo de cambios armónicos dentro de éste. Pongámoslo en práctica, nuestras próximas generaciones lo agradecerán.
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